¡Compañeras! ¡Compañeros!
[Parte 1 de 4]
Son tiempos difíciles los que nos
están tocando vivir. Dicen los expertos que estamos en una “Crisis”, pero lo
cierto es que cada día amanece con una noticia peor que la del día anterior.
Nos dicen que los mercados no confían en nosotros, que sube la prima de riesgo,
que se anuncian nuevos recortes, que habrá que pagar por algunos medicamentos,
que las cifras del paro aumentan, que si sube la luz, el gas, el IVA...
Algunas de las personas achacan
el problema a los políticos, dicen que ellos son los responsables, que cobran
mucho y gastan el dinero público de forma indebida yendo a hoteles de lujo,
usando muchos coches oficiales y guardaespaldas para asuntos personales, que lo único que hacen es hablar y
hablar pero que no resuelven nada. En este grupo también están los que
defienden que la culpa es de los político que ejercieron su mandato con
anterioridad al hacerlo estos de forma inadecuada y los que piensan que si el
gobierno no se hubiera sometido a los altos poderes financieros, de los cuales
hablaremos después, todos los problemas estarían ya resueltos.
Otras personas otorgan todo el
mérito a las entidades financieras. Creo que no es nada nuevo que los bancos y
cajas fueron, son y serán un negocio, no un servicio a la comunidad, y es por
este motivo por el cual no nos debería sorprender que sus intereses sean
totalmente contrarios a los nuestros. Pero su responsabilidad no les es
otorgada por este motivo, ya que es de sobra conocido, sino que la cuestión es
que estas entidades, en su afán de cosechar los mayores beneficios posibles,
usaron de forma arriesgada y en muchos casos ilícita los bienes de su negocio,
o lo que es lo mismo, arriesgaron un dinero que no era suyo y ahora las deudas
los ahogan. Esto implicó que los gobiernos tuvieran, y tengan, que inyectarles
capital para evitar que quiebren y pierdan todos los ahorros de los ciudadanos.
Conocido esto, ya podemos hablar
de la existencia de otro colectivo, el que cree que el causante del mal que
ellos padecen son los altos poderes financieros, ya que estos son considerados
extremadamente necesarios por los gobiernos para poder financiarse y ayudar a
los bancos, por lo que les prestan un capital con unos intereses altísimos y no
contentos con ello, imponen políticas que reduzcan lo máximo posible el gasto
público para así garantizar su inversión.
Y en cierto modo todos tienen
razón, pero no dejes que estos árboles no te dejen ver el gran bosque que
hay detrás. La cuestión no es encontrar un culpable para excusarnos en él o
ellos y luego esperar a que por arte de magia todo vuelva a estar como antes de
esta “Crisis”. Vamos a analizar el ¿Por qué?, para saber como resolver esta
situación.
Hemos visto que el desencadenante
de la situación en la que estamos fueron las operaciones arriesgadas de las
entidades financieras. Pero, ¿podemos decir que este es el origen? NO, entonces
¿“el verdadero origen de esta situación está en el elevado endeudamiento de
todos los agentes económicos, públicos y privados” como nos intentan hacer
creer desde el Gobierno? NO. El origen está lejos en el tiempo, concretamente
cuando la humanidad decidió, o una pequeña parte decidió por toda ella mejor
dicho, vivir en un sistema llamado “Capitalismo”. No voy a hacer ahora un
análisis del “Capitalismo”, pero sí os voy a dar unas nociones muy básicas.
En este sistema eres valorado únicamente por la cantidad
de dinero que tienes, independientemente de todo lo demás. Es por ello que,
para poder satisfacer las necesidades básicas y asegurarte tu bienestar, así
como el de tu familia y allegados, tienes que conseguir la mayor cantidad
posible. Entonces, ¿cómo puedes obtenerlo?
La respuesta es sencilla: si eres un trabajador tienes que encontrar un empresario, siendo los
trabajadores los que construyen fábricas, hacen maquinaria y herramientas y
producen mercancías y los empresarios los que se guardan las fábricas, la
maquinaria, las herramientas y las mercancías para sí mismos como su ganancia.
Entonces si tú trabajas para él, le das tu trabajo durante tantas y tantas
horas al día o a la semana, él te paga por ello. Tú le vendes tu fuerza de
trabajo e intelecto y él te paga con salarios. Los trabajadores tan sólo
obtienen salarios. De esta manera, con
toda probabilidad serás un trabajador, ya que los que poseen fábricas,
maquinarias, campos... son solo unos pocos comparados con el resto que tienen
que trabajar obligatoriamente para estos capitalistas. ¿obligatoriamente? Sí,
ya que si no trabajas para ellos no puedes obtener el tan codiciado salario
para poder vivir. Con otras palabras, en este sistema estás condenado a ser
un esclavo asalariado.
Entonces te preguntarás y preguntarás al sistema: «¿cómo
puedo ser un empresario para poder vivir en una posición acomodada?» Y el
sistema te responde: «tienes que estudiar mucho, trabajar muy duro durante toda
tu vida, y cuando tengas una cierta edad, quizás puedas llegar a ser un
empresario adinerado». O lo que es lo mismo, como todas las personas quieren
poder satisfacer sus necesidades básicas y asegurar el mayor bienestar a los
suyos, como desde pequeños en la escuela nos enseñan que para tener “éxito”
tienes que superar a los demás para ser el mejor, como el sistema te dice que
para ser el mejor tienes que ser tú, luego tú, y por último tú en el momento de
tomar cada decisión, como en el trabajo tienes que ascender cueste lo que
cueste para obtener un mayor salario... la respuesta que te da el sistema es
que te comportes como un depredador, siendo las presas otros trabajadores que
buscan lo mismo que tú, y, mientras tanto, estás beneficiando con tu trabajo y
sacrificio al empresario.
Y entonces, ¿por
qué no buscar juntos el bienestar propio y mutuo, mediante un esfuerzo
conjunto, ayudándonos unos a otros en ello? ¿por qué tenemos que estafarnos y
robarnos, matarnos y asesinarnos unos a otros, si todos buscamos la misma cosa?
¿no tienes tú derecho a las cosas que deseas lo mismo que el prójimo? ¿o acaso
podemos asegurar nuestra salud, libertad y bienestar de una manera mejor
luchando y matándonos unos a otros?
Pero tú sabes que
no es eso lo que ocurre en la vida. «¿Por qué?», te pregunto, y tú respondes:
«porque las fábricas, la maquinaria, los campos... pertenecen al
empresario». Pero si el empresario no
construyó la fábrica, no trabaja en ella, no diseño ni construyó la maquinaria,
no hizo aparecer la tierra que explotan los agricultores y de la cual es
legalmente el dueño, al igual que lo es de la fábrica, maquinaria... ¿por qué
todo eso es suyo?, ¿por qué no podemos nosotros los trabajadores utilizarlo de
forma conjunta para asegurarnos un bienestar mutuo?...
«¡Porque el
empresario sabe como tiene que funcionar todo! ¡sin él, los trabajadores
estarían todavía en el sofá de casa mirando la televisión! Por ejemplo, ¿quién
contrata a los Ingenieros para hacer un puente? ¡El empresario, sin él los
trabajadores no sabrían ni por dónde empezar!», respondes de forma enérgica
pensando que estas en lo cierto.
Pero la verdad es que estás totalmente equivocado, y te lo demostraré
en el próximo número de “La Urraca Ácrata”, así que estate atento.
Este
texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander
Berkman.
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Enlace para verlo en el formato impreso o para descargarlo como PDF o TXT:
http://www.scribd.com/doc/108474738/La-Urraca-Acrata-N%C2%BA1#fullscreen
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