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22 octubre 2012

Boletín Número 3


¡Compañeras!  ¡Compañeros!
[Parte 3 de 4]



En el anterior boletín llegamos a la conclusión de que la razón por la cual nos convertimos en esclavos asalariados, sin tener la mínima posibilidad de poder defender y elegir lo que queremos hacer con nuestras vidas, es porque el Gobierno mantiene la “ley y el orden” protegiendo así al empresario capitalista.

Pero después de decirme que eso lo entendías, me preguntaste: «¿qué tiene que ver esto con la “Crisis”?», a lo que yo ahora te respondo:

El sistema industrial capitalista no produce para las necesidades del pueblo, produce para la ganancia. Los industriales no producen mercancías porque la gente las necesite y no producen tantas cuantas se necesitan. Producen lo que esperan vender y vender con una ganancia.

Si tuviéramos un sistema sensato, produciríamos las cosas que la gente necesita y la cantidad que necesita. Supón que los habitantes de una cierta localidad necesitaran 1.000 pares de zapatos, y supón que tuviéramos 50 zapateros para ese trabajo. Entonces en un trabajo de 20 horas esos zapateros producirían los zapatos que necesita nuestra comunidad, por ejemplo.

Pero el fabricante de calzado actual no sabe y no se preocupa de cuántos pares de zapatos necesitan. Miles de personas pueden necesitar unos zapatos nuevos en tu ciudad, pero no pueden permitirse el comprarlos. Por eso, ¿para qué necesita el fabricante conocer quién necesita zapatos? Lo que necesita saber es quién puede comprar los zapatos que él hace, cuántos pares puede él vender con ganancia.

¿Qué sucede? Bien, él hará que se produzcan aproximadamente tantos pares de zapatos como piensa que será capaz de vender. Hará lo posible por producirlos tan baratos y venderlos tan caros como pueda, de modo que saque una buena ganancia. Por consiguiente, empleará tan pocos obreros como sea posible para producir la cantidad de zapatos que necesita y los hará trabajar tan “eficientemente” y tan duramente como pueda obligarles a ello.

Ves que la producción para la ganancia significa largas jornadas y menos personas empleadas que lo que sería la producción para el uso.

Este es el sistema de producción para la ganancia y por eso el “Capitalismo” siempre tiene que tener parados.

Pero sigue examinando este sistema de producción para la ganancia y verás que este mal
básico hace funcionar otros cien males.

Sigamos con el fabricante de calzado de tu ciudad. No tiene medio para saber, como ya he indicado, quién será o no será capaz de comprar sus zapatos. Hace una conjetura grosera, él calcula, y decide producir, digamos, 50.000 pares. Luego pone su producto en el mercado. Es decir, el comerciante al por mayor, el agiotista y el detallista los tienen a la venta.

Supón que sólo se venden 30.000 pares; 20.000 pares permanecen disponibles. Nuestro fabricante, incapaz de vender el saldo en su propia ciudad, intentará disponer de él en alguna otra parte del país. Pero los fabricantes de calzado allí han tenido también la misma experiencia. Por tanto, no pueden vender todo lo que han producido. La oferta de zapatos es mayor que la demanda de ellos, según te dicen. Tienen que disminuir la producción. Esto supone el despido de algunos de sus empleados, incrementando de esta manera el ejército de parados.
“Sobreproducción” denominan a esto. Pero en verdad no es en modo alguno sobreproducción. Es bajo consumo, porque hay mucha gente que necesita zapatos nuevos, pero que no pueden permitirse el comprarlos.

¿El resultado? Los almacenes están repletos de los zapatos que el pueblo necesita pero que no puede comprarse; las tiendas y las fábricas cierran por un “exceso de oferta”. Lo mismo ocurre en otras industrias. Te dicen que hay una “Crisis” y que tienen que reducirse tus salarios.
Reducen tus salarios, te dejan trabajar sólo una parte de la jornada o pierdes tu trabajo del todo. De esta manera arrojan de su empleo a miles de hombres y mujeres. Sus salarios se acaban y no pueden comprar el alimento y las otras cosas que necesitan. ¿Es que no se tienen esas cosas? No, al contrario; los almacenes y grandes tiendas están llenas de ellas, hay demasiadas, hay “sobreproducción”.

De este modo el sistema capitalista de producción para la ganancia desemboca en una
situación disparatada:

1) La gente tiene que morirse de hambre, no porque no haya suficiente alimento, sino porque hay demasiado; tienen que prescindir de las cosas que necesitan, porque hay demasiadas cosas disponibles;

2) Porque hay demasiado, se disminuye la producción industrial, arrojando del trabajo a
millares;

3) Al encontrarse fuera del trabajo y, por consiguiente, al no ganar, estos millares pierden su capacidad de compra, como resultado de esto sufren el tendero, el carnicero, el sastre, etc. Esto supone un incremento general del paro, y la “Crisis” se empeora.

Bajo el “Capitalismo” esto ocurre en cada industria.

Tales “Crisis” son inevitables en un sistema de producción para la ganancia. Ocurren de vez en cuando; retornan periódicamente, y siempre se hacen peores. Privan a miles y a cientos de miles del empleo, causando la pobreza, la angustia y una miseria indecible. Tienen como resultado la bancarrota y las quiebras bancarias que se tragan todo lo poco que el trabajador ha ahorrado en tiempos de “prosperidad”. Causan necesidad e indigencia, empujan a la gente a la desesperación y al crimen, al suicidio y a la locura.

¿Aún sigues pensando que esto es una “Crisis”, o por fin te das cuenta de que esto es una Estafa? ¿ves por fin que este sistema lo único que hace es aprovecharse de una gran mayoría para favorecer a unos pocos? ¿no sería mejor apoyarnos mutuamente para conseguir un bienestar común? ¿y si los empresarios capitalistas no tuvieran el respaldo del gobierno para proteger sus intereses? ¿y si los trabajadores, tanto manuales como intelectuales, es decir, el proletariado, expropiaran las fábricas, talleres, maquinaria, campos... para su libre uso? ¿y si en vez de obedecer las órdenes capitalistas del gobierno nos organizáramos en comités para garantizarnos tanto la fabricación, como la distribución y consumo justo de los productos que garanticen nuestro bienestar?

En este caso, ¿haría falta un gobierno o el uso del dinero? ¿cómo podríamos garantizar una producción y reparto de los bienes de una forma justa? La respuesta a estas y otras preguntas en el siguiente boletín, no te lo pierdas.

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman.
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http://www.scribd.com/doc/110763203/La-Urraca-Acrata-Boletin-N%C2%BA-3#fullscreen

08 octubre 2012

Boletín Número 2


¡Compañeras!  ¡Compañeros!
[Parte 2 de 4]



En el anterior número de este boletín, terminé con el razonamiento de que si el empresario no construyó la fábrica, no trabaja en ella, no diseño ni construyó la maquinaria, no hizo aparecer la tierra que explotan los agricultores y de la cual es legalmente el dueño, al igual que lo es de la fábrica, maquinaria... ¿por qué todo eso es suyo? ¿por qué no podemos nosotros los trabajadores utilizarlo de forma conjunta para asegurarnos un bienestar mutuo?...

Al cual le seguía tu contestación: «¡Porque el empresario sabe como tiene que funcionar todo! ¡sin él, los trabajadores estarían todavía en el sofá de casa mirando la televisión! Por ejemplo, ¿quién contrata a los Ingenieros para hacer un puente? ¡El empresario, sin él los trabajadores no sabrían ni por dónde empezar!».

Bien, la verdad es que estás totalmente equivocado, como ya te dije en el anterior boletín, ya que cuando digo trabajadores, no solo me refiero a los trabajadores manuales, sino también a los trabajadores intelectuales, esos que sacrificaron tanto tiempo dedicándoselo al estudio, esos que pudieron costearse una formación gracias al trabajo de otros, esos que tuvieron el “privilegio” de tener la posibilidad de ganar un salario elevado. Y cuando digo trabajador manual, no es que me refiera a una persona que solo obedezca órdenes, ya que en cualquier trabajo es necesario tanto el cerebro como las manos. El carpintero, por ejemplo, debe calcular, medir e imaginar durante el curso de su tarea, él tiene que usar tanto las manos como el cerebro.

En realidad, el trabajador intelectual está incluso más subordinado a su amo capitalista que el hombre del pico y la pala. Este último tiene, si cabe, mas facilidades a la hora de cambiar su lugar y su empleo. Si no le interesa trabajar para un determinado patrón puede buscar otro. El trabajador intelectual, el proletario intelectual, por el contrario, es mucho más dependiente de su empleo particular. Su esfera de actuación es más limitada. Al no estar capacitado para ningún oficio y al ser físicamente incapaz de servir como un jornalero, por lo general está confinado a un campo comparativamente estrecho.

Queda claro entonces que no constituye diferencia alguna si uno se gana su sustento con sus manos o con su cabeza, es más, se requiere la aplicación de ambos en toda clase de esfuerzo.

«¡Pero tú mismo lo acabas de decir! ¡los trabajadores intelectuales tienen la posibilidad de tener un salario elevado! ¡a ellos no les afecta que el proletariado manual tenga un menor salario, tienen una mentalidad elitista, de empresario, es decir, capitalista, burguesa!»

Es verdad; el proletariado intelectual generalmente tiene una actitud burguesa hacia las cosas. ¿Pero no tienen también una mentalidad burguesa la mayoría de los obreros? Esto significa meramente que ambos están impregnados de prejuicios autoritarios y capitalistas.

«¡Pero de todas formas el empresario sigue siendo el propietario de las fábricas, talleres, maquinaria, campo...!» Bien, creo que hemos llegado a un punto clave: ¿Cómo es posible que el empresario capitalista pueda poseer todos esos bienes si no los construyó,  ni trabajó, ni trabaja en ellos? Pues la respuesta vuelve a ser muy sencilla, lo protege el Estado y la ley. Y pensarás: «¡Pero si es el Estado y la ley son los que mantienen el orden y tu libertad!»

La libertad que te dan en el papel, que está escrita en los libros de leyes y en las constituciones, no te proporciona bienestar alguno. Una libertad así significa tan sólo que tienes el derecho de hacer una cosa determinada. Pero no significa que puedes hacerla. Para ser capaz de hacer algo, tienes que tener la oportunidad, la ocasión.

Tienes el derecho de comer tres estupendas comidas al día, pero si no tienes los medios, la oportunidad para conseguir esas comidas, entonces ¿de qué te sirve ese derecho?

De este modo, la libertad significa realmente la oportunidad de satisfacer tus necesidades y deseos. Si tu libertad no te proporciona esa oportunidad, entonces no te sirve de nada. La libertad real significa oportunidad y bienestar. Si no significa eso, no significa nada.

Preguntas: «¿y el Orden?» A lo que sigue mi respuesta: «¿Qué orden? ¿el que permite que tú te mueras de hambre si no tienes dinero? ¿el que permite que te roben los empresarios capitalistas con ese cuento que llaman salario? ¿el que cuando el pueblo alza la voz para mostrar su desacuerdo, manda a sus fuerzas para restablecer “la ley y el orden”?»

Imagina que tú y yo y muchos otros hemos sufrido un naufragio y nos encontramos en una isla rica en frutos de toda especie. Por supuesto, tenemos que ponernos a trabajar para recoger el alimento. Pero supón que uno de nosotros declara que todo le pertenece y que nadie podría tener un solo bocado, a no ser que primero pagase tributo por él. Nos indignaríamos, ¿no es verdad? Nos reiríamos de sus pretensiones. Si insistiera sobre ese asunto, tal vez lo arrojaríamos al mar, y le estaría bien merecido, ¿no es así?

Pongámonos en otro caso: nosotros mismos y nuestros antepasados hemos cultivado la isla y la hemos abastecido de todo lo que se necesita para la vida y la comodidad, y que llegara alguien y pretendiera que todo es suyo. ¿qué diríamos? No haríamos caso de él, ¿no es así? Podríamos decirle que compartiera con nosotros eso y que se uniera a nuestro trabajo.

Pero supón que insiste en su propiedad y que saca un trozo de papel y dice que eso prueba que todo le pertenece. Le diríamos que está loco y nos iríamos a nuestros asuntos. Pero si él tuviera un gobierno que lo respaldara, apelaría a él para la protección de “sus derechos”, y el gobierno enviaría a la policía y a los soldados que nos desahuciarían y que podrían “en posesión al propietario legal”.

Esa es la función del gobierno; esa es la razón por la que existe el gobierno y por la cual necesita leyes, policía y soldados, tribunales y prisiones.

Pero, ¿quiénes son la policía y los soldados que protegen a los capitalistas contra ti, contra el pueblo?

Si ellos mismos fueran capitalistas, entonces sería razonable que ellos desearan proteger la riqueza que han robado, y que intentaran conservar, incluso por la fuerza, el sistema que les da el privilegio de robar al pueblo.

Pero la policía y los soldados, los defensores de “la ley y el orden”, no son de la clase capitalista. Son hombres de las filas del pueblo, hombres que por una paga protegen el sistema mismo que los mantiene pobres. Es increíble, ¿verdad? Sin embargo, es verdad. La cosa se reduce a esto: algunos de los esclavos protegen a sus amos manteniendo a ellos y al resto del pueblo en la esclavitud.

De esto último sacamos que el “Capitalismo” roba y explota a todo el pueblo; las leyes legalizan y defienden este robo capitalista, y el gobierno usa una parte del pueblo para ayudar y proteger a los capitalistas en su robo a todo el pueblo.

«Lo que me acabas de explicar lo entiendo, pero: ¿Qué tiene que ver esto con la “Crisis”?», me preguntas, a lo que yo te respondo: Lo tiene que ver todo, pero este tema lo trataremos en el siguiente número de este boletín.

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman.
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01 octubre 2012

Boletín Número 1


¡Compañeras!  ¡Compañeros!
[Parte 1 de 4]



Son tiempos difíciles los que nos están tocando vivir. Dicen los expertos que estamos en una “Crisis”, pero lo cierto es que cada día amanece con una noticia peor que la del día anterior. Nos dicen que los mercados no confían en nosotros, que sube la prima de riesgo, que se anuncian nuevos recortes, que habrá que pagar por algunos medicamentos, que las cifras del paro aumentan, que si sube la luz, el gas, el IVA...

Algunas de las personas achacan el problema a los políticos, dicen que ellos son los responsables, que cobran mucho y gastan el dinero público de forma indebida yendo a hoteles de lujo, usando muchos coches oficiales y guardaespaldas  para asuntos personales, que lo único que hacen es hablar y hablar pero que no resuelven nada. En este grupo también están los que defienden que la culpa es de los político que ejercieron su mandato con anterioridad al hacerlo estos de forma inadecuada y los que piensan que si el gobierno no se hubiera sometido a los altos poderes financieros, de los cuales hablaremos después, todos los problemas estarían ya resueltos.

Otras personas otorgan todo el mérito a las entidades financieras. Creo que no es nada nuevo que los bancos y cajas fueron, son y serán un negocio, no un servicio a la comunidad, y es por este motivo por el cual no nos debería sorprender que sus intereses sean totalmente contrarios a los nuestros. Pero su responsabilidad no les es otorgada por este motivo, ya que es de sobra conocido, sino que la cuestión es que estas entidades, en su afán de cosechar los mayores beneficios posibles, usaron de forma arriesgada y en muchos casos ilícita los bienes de su negocio, o lo que es lo mismo, arriesgaron un dinero que no era suyo y ahora las deudas los ahogan. Esto implicó que los gobiernos tuvieran, y tengan, que inyectarles capital para evitar que quiebren y pierdan todos los ahorros de los ciudadanos.

Conocido esto, ya podemos hablar de la existencia de otro colectivo, el que cree que el causante del mal que ellos padecen son los altos poderes financieros, ya que estos son considerados extremadamente necesarios por los gobiernos para poder financiarse y ayudar a los bancos, por lo que les prestan un capital con unos intereses altísimos y no contentos con ello, imponen políticas que reduzcan lo máximo posible el gasto público para así garantizar su inversión.

Y en cierto modo todos tienen razón, pero no dejes que estos árboles no te dejen ver el gran bosque que hay detrás. La cuestión no es encontrar un culpable para excusarnos en él o ellos y luego esperar a que por arte de magia todo vuelva a estar como antes de esta “Crisis”. Vamos a analizar el ¿Por qué?, para saber como resolver esta situación.

Hemos visto que el desencadenante de la situación en la que estamos fueron las operaciones arriesgadas de las entidades financieras. Pero, ¿podemos decir que este es el origen? NO, entonces ¿“el verdadero origen de esta situación está en el elevado endeudamiento de todos los agentes económicos, públicos y privados” como nos intentan hacer creer desde el Gobierno? NO. El origen está lejos en el tiempo, concretamente cuando la humanidad decidió, o una pequeña parte decidió por toda ella mejor dicho, vivir en un sistema llamado “Capitalismo”. No voy a hacer ahora un análisis del “Capitalismo”, pero sí os voy a dar unas nociones muy básicas.

En este sistema eres valorado únicamente por la cantidad de dinero que tienes, independientemente de todo lo demás. Es por ello que, para poder satisfacer las necesidades básicas y asegurarte tu bienestar, así como el de tu familia y allegados, tienes que conseguir la mayor cantidad posible. Entonces, ¿cómo puedes obtenerlo?

La respuesta es sencilla: si eres un trabajador tienes que encontrar un empresario, siendo los trabajadores los que construyen fábricas, hacen maquinaria y herramientas y producen mercancías y los empresarios los que se guardan las fábricas, la maquinaria, las herramientas y las mercancías para sí mismos como su ganancia. Entonces si tú trabajas para él, le das tu trabajo durante tantas y tantas horas al día o a la semana, él te paga por ello. Tú le vendes tu fuerza de trabajo e intelecto y él te paga con salarios. Los trabajadores tan sólo obtienen salarios.  De esta manera, con toda probabilidad serás un trabajador, ya que los que poseen fábricas, maquinarias, campos... son solo unos pocos comparados con el resto que tienen que trabajar obligatoriamente para estos capitalistas. ¿obligatoriamente? Sí, ya que si no trabajas para ellos no puedes obtener el tan codiciado salario para poder vivir. Con otras palabras, en este sistema estás condenado a ser un esclavo asalariado.

Entonces te preguntarás y preguntarás al sistema: «¿cómo puedo ser un empresario para poder vivir en una posición acomodada?» Y el sistema te responde: «tienes que estudiar mucho, trabajar muy duro durante toda tu vida, y cuando tengas una cierta edad, quizás puedas llegar a ser un empresario adinerado». O lo que es lo mismo, como todas las personas quieren poder satisfacer sus necesidades básicas y asegurar el mayor bienestar a los suyos, como desde pequeños en la escuela nos enseñan que para tener “éxito” tienes que superar a los demás para ser el mejor, como el sistema te dice que para ser el mejor tienes que ser tú, luego tú, y por último tú en el momento de tomar cada decisión, como en el trabajo tienes que ascender cueste lo que cueste para obtener un mayor salario... la respuesta que te da el sistema es que te comportes como un depredador, siendo las presas otros trabajadores que buscan lo mismo que tú, y, mientras tanto, estás beneficiando con tu trabajo y sacrificio al empresario.

Y entonces, ¿por qué no buscar juntos el bienestar propio y mutuo, mediante un esfuerzo conjunto, ayudándonos unos a otros en ello? ¿por qué tenemos que estafarnos y robarnos, matarnos y asesinarnos unos a otros, si todos buscamos la misma cosa? ¿no tienes tú derecho a las cosas que deseas lo mismo que el prójimo? ¿o acaso podemos asegurar nuestra salud, libertad y bienestar de una manera mejor luchando y matándonos unos a otros?

Pero tú sabes que no es eso lo que ocurre en la vida. «¿Por qué?», te pregunto, y tú respondes: «porque las fábricas, la maquinaria, los campos... pertenecen al empresario».  Pero si el empresario no construyó la fábrica, no trabaja en ella, no diseño ni construyó la maquinaria, no hizo aparecer la tierra que explotan los agricultores y de la cual es legalmente el dueño, al igual que lo es de la fábrica, maquinaria... ¿por qué todo eso es suyo?, ¿por qué no podemos nosotros los trabajadores utilizarlo de forma conjunta para asegurarnos un bienestar mutuo?...

«¡Porque el empresario sabe como tiene que funcionar todo! ¡sin él, los trabajadores estarían todavía en el sofá de casa mirando la televisión! Por ejemplo, ¿quién contrata a los Ingenieros para hacer un puente? ¡El empresario, sin él los trabajadores no sabrían ni por dónde empezar!», respondes de forma enérgica pensando que estas en lo cierto.

Pero la verdad es que estás totalmente equivocado, y te lo demostraré en el próximo número de “La Urraca Ácrata”, así que estate atento.

Este texto contiene partes literales o modificadas del libro; “El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman.
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